1,000 dólares anuales le cuesta el monopolio a tu familia
Recientemente Iusacell fue notificada de la negativa de la Comisión Federal de Competencia (COFECO) a su petición para autorizar la inversión accionaria de Grupo Televisa en esta empresa de telecomunicaciones.
La razón de esta solicitud es que Iusacell requiere un socio fuerte como Grupo Televisa para poder competir contra el operador dominante en telecomunicaciones: el consorcio formado por Telmex y Telcel (América Móvil), que controlan el 80% y el 70% de los mercados de telecomunicaciones fija e inalámbrica, respectivamente. Iusacell sólo mantiene alrededor del 4% del mercado inalámbrico.
Desde su privatización hace más de dos décadas, el operador dominante –como ha sido denominado por la misma COFECO-- ha logrado debilitar o incluso erradicar a muchos de sus competidores, con lo que ha incrementado su poder monopólico sobre el mercado de las telecomunicaciones.
Por todo esto, y porque se confunde el mercado de telecomunicaciones con el de televisión abierta, nos extraña la decisión de COFECO: desde nuestro punto de vista, su resolución es totalmente cuestionable porque está basada en suposiciones y presunciones hipotéticas sobre el mercado de la televisión abierta, e ignora los efectos altamente nocivos de la fuerte concentración que efectivamente existe en el mercado de telecomunicaciones.
Por alguna razón que desconocemos, COFECO se olvida de los altos costos que pagamos todos los mexicanos por los servicios de telecomunicaciones en términos de sobreprecio, mala calidad y pérdida de competitividad de nuestro país en un mundo globalizado.
De hecho, COFECO admite que “en telefonía móvil, [la asociación propuesta] no origina riesgos; al contrario, una inyección de capital a Iusacell puede redundar en una competencia más vigorosa a favor de los usuarios”.
Sin embargo, COFECO asume erróneamente que la inversión de Televisa en Iusacell “puede dañar la competencia en televisión abierta y restringida”. Sin embargo, no nos explica satisfactoriamente cómo llegó a esta conclusión. Lo único que nos comenta es que esta asociación “crea nuevos y poderosos incentivos económicos para que las partes no sólo cooperen en la empresa conjunta, sino también se coludan en otros mercados. Así lo indican contundentemente tanto la teoría económica como la práctica internacional en materia de análisis de concentraciones”.
En otras palabras, COFECO reconoce explícitamente que la inversión de Televisa en Iusacell fortalecerá la competencia en el mercado de las telecomunicaciones, la única industria relevante en este caso. No obstante, considera que de acuerdo a lo que alguien leyó en sus libros de texto y lo que interpreta de la “práctica internacional”… esto podría dañar la competencia en TV. Es decir, evitan un beneficio cierto para la sociedad, gracias a una mayor competencia en telecomunicaciones, por la posibilidad bastante remota de un daño en el mercado de la televisión abierta.
Televisión abierta vs. telecomunicaciones
COFECO olvida mencionar que la industria de las telecomunicaciones tiene una importancia creciente en la economía global y en el desarrollo de las comunidades, mientras que la televisión abierta enfrenta muchas otras alternativas altamente competitivas de información y entretenimiento para la audiencia, por lo que su peso relativo en la economía ha decrecido.
En todo esto COFECO también evita mencionar que la industria de las telecomunicaciones es superior en al menos diez veces al mercado de la televisión abierta para la economía mexicana, y que la industria de las telecomunicaciones muestra un grado de concentración bastante mayor –para ver detalles sobre esto vale la pena leer el documento Fortalecimiento de la Competencia Efectiva, preparado por una de las firmas de consultoría en telecomunicaciones más reconocidas en México.
En cambio, sobre la industria de la televisión me llama la atención que en distintos foros donde he participado, e incluso en la sección de comentarios de este blog, se habla de un supuesto “duopolio de la televisión abierta” –ya en otra ocasión compartí en este espacio dos entradas con mis argumentos que refutan la existencia de esta figura inventada y difundida por quien efectivamente monopoliza el mercado de las telecomunicaciones.
Baste decir aquí que simplemente en la ciudad de México existen cinco canales de televisión abierta que nada tienen que ver con Azteca ni con Televisa; y a nivel nacional existen decenas de canales regionales. Mientras tanto, en cualquier sistema de cable convencional encontramos más de cien alternativas de televisión.
Hoy en México, el público cuenta con decenas de canales de televisión en español, pero también tenemos en inglés, francés, alemán y otros idiomas. Tenemos canales de noticias, entretenimiento, películas, cultura, deportes, etcétera. Contamos con televisión analógica y digital, en definición convencional y en alta definición, y pronto habrá televisión en tercera dimensión. México tiene una diversidad televisiva que sólo se encuentra en economías avanzadas, y que no es comparable con la pobreza de opciones en el mercado de las telecomunicaciones.
Pero si ninguno de estas opciones televisivas nos convence, no pasa nada, apagamos la televisión y encontramos mil otras alternativas de información y entretenimiento.
La dominancia del cuasi-monopolio constituido por el operador dominante en el mercado de las telecomunicaciones en México, nos afecta a todos los mexicanos y revertirla se ha convertido en un asunto de importancia estratégica para nuestro país—de acuerdo con diversos organismos internacionales.
Por ejemplo, en un estudio bastante reciente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nos recuerda que los mexicanos pagamos tarifas excesivas por servicios de telecomunicación absolutamente mediocres—y esto nos afecta a todos.
De acuerdo con este organismo internacional, la pérdida en el excedente del consumidor atribuible a las deficiencias de la industria de telecomunicaciones representa un total de US$129 mil millones entre 2005 y 2009, equivalente al 2% del PIB nacional al año. Con base en estas cifras, ¡cada familia perdió el equivalente a US$5,160 en esos cinco años! Este monopolio nos cuesta a los mexicanos más de US$1,000 dólares anuales por familia en tarifas excesivas, pérdida de competitividad y baja calidad en los servicios, como podemos ver en un resumen de este estudio.
Por todas estas razones, en nuestra opinión, la resolución de COFECO no es razonable y vamos a buscar que sea revertida. Seguiremos luchando por tener un jugador fuerte que compita efectivamente contra el operador dominante.
Los comisionados que no votaron a favor de esta absurda resolución nos recuerdan que “la concentración notificada podría lograr una mayor eficiencia en el funcionamiento del mercado de los servicios de telefonía móvil, lo que incidiría favorablemente en el proceso de competencia y libre concurrencia, en tanto que los posibles efectos contrarios a dicho proceso en otros mercados pudieron haber sido corregidos o prevenidos mediante condiciones impuestas por esta autoridad”. Si está tan claro, ¿porqué no actuar ahora? A las familias mexicanas les cuesta muy caro el monopolio en telecomunicaciones.