El buen banquero
En estos tiempos de crisis recurrentes, los banqueros son bastante impopulares alrededor del mundo y no debe extrañarnos: la causa del estallido de la crisis financiera, y la Gran Recesión de 2008 puede rastrearse en los riesgos extremos e irracionales que tomaron los bancos, principalmente en Estados Unidos, mientras que hoy en Europa, la baja capitalización bancaria pone en riesgo al sistema monetario europeo y a la economía global –simplemente esta semana, otra institución de Wall Street se declaró en quiebra, por pérdidas en sus posiciones de deuda europea y posibles actos de fraude.
En muchos casos, esta brutal exposición al riesgo se realizó para justificar sueldos y bonos exorbitantes a los directivos, rompiendo con cualquier estándar internacional de remuneración ejecutiva. Tres años después de la quiebra de Lehman Brothers, la economía global sigue padeciendo los efectos de la más profunda crisis bancaria en siete décadas.
Pero la naturaleza del negocio bancario es distinta a lo que nos hemos acostumbrado en los últimos años. Sus fundamentos son sencillos y nobles: se trata de colocar crédito entre la población y cobrarlo con una visión de largo plazo. Para poder hacer esto, sin recurrir a fuentes externas de financiamiento, es necesario captar ahorros del público.
A pesar de la sencillez de este negocio, sus efectos multiplicadores son muy potentes sobre la economía –para bien o para mal.
Pero la ambición desmedida llevó a muchos banqueros en EE.UU. y Europa a realizar operaciones de alto riesgo, abriendo posiciones especulativas ajenas a la naturaleza del negocio bancario tradicional. Típicamente, cuando estas apuestas fallan, ponen los ahorros de la gente en peligro. Para evitar un colapso generalizado del sistema financiero estos “banqueros” salen a pedir ayuda del gobierno.
Quienes especulan de esta forma con los ahorros del público están lejos de contribuir al desarrollo económico.
En Banco Azteca buscamos ser diferentes. En primer lugar, nos mantenemos cerca de la gente que deposita su confianza en nosotros, no en cómodas suites ejecutivas; conocemos las necesidades financieras de nuestros clientes y diseñamos productos sencillos y accesibles que responden a su realidad y requerimientos.
En Banco Azteca guardamos el dinero de nuestros clientes con seguridad y luego prestamos los recursos a otras personas como ellos, para que hagan realidad sus proyectos. Muchas veces esas mismas personas, al pagar sus créditos y generar ahorro, materializan los sueños de más gente, en un círculo virtuoso que beneficia a todos y hace posible el desarrollo económico.
El crédito no es la solución para todos los problemas sociales, pero otorgado de manera responsable es un instrumento que permite lograr los proyectos de millones de personas, mejorando la calidad de vida de naciones enteras.
Algunos critican a las instituciones financieras enfocadas a la Base de la Pirámide (BOP) por las “altas tasas de interés” que cobran. Pero en Banco Azteca no especulamos con el dinero de la gente, ni cobramos comisiones; vivimos del interés que genera el crédito que colocamos, y hacerlo responsablemente es costoso. Por otro lado, pagamos las mejores tasas del mercado a quienes nos confían sus ahorros.
El crédito responsable a la Base de la Pirámide requiere investigación, documentación, registro y seguimiento puntual de los pagos y en pocos casos, acciones para recuperar la cartera vencida. Es natural que los costos como proporción del monto del crédito sean elevados y aunque somos muy eficientes, las condiciones de nuestros créditos necesitan responder a esta realidad.
Los llamados “do-gooders”, que no entienden la dinámica de los mercados y que quieren establecer límites artificiales a las tasas de interés, sólo ocasionan que el crédito a la BOP sea escaso o incluso inexistente. Justo eso ocurrió en Colombia y otros países que han establecido este tipo de políticas: orillan a la gente en la BOP a recurrir a los agiotistas.
No hay crédito más caro que el que no hay. Una frase atribuida a Abraham Lincoln nos recuerda que “no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo”. En Banco Azteca tenemos doce millones de cuentas de crédito, y la mayor parte de nuestros clientes regresa. Doce millones de personas no pueden estar equivocadas, y si toman el crédito del banco es porque no existe otra opción mejor para ellos—incluyendo a las otras instituciones formales enfocadas a este segmento de mercado.
En contraste, algunas operaciones financieras no tradicionales funcionan como anabólicos: te permiten lograr un buen desempeño de corto plazo, pero a costa de tu salud y fortaleza de largo plazo. Un análisis realizado en Estados Unidos nos muestra que el año pasado, tres cuartas partes de los ingresos de los seis grupos financieros más importantes provinieron de operaciones de “trading”, operaciones de compra-venta de acciones, bonos e instrumentos financieros derivados.
Cuando una proporción tan importante de los ingresos responde a actividades que no generan un beneficio social, la actividad bancaria se desvincula totalmente del bienestar de la comunidad.
En Banco Azteca nos apegamos a otro modelo. Aquí preferimos darle al público ahorrador certeza sobre dónde está su dinero. Para nosotros, un buen banquero cree y practica los fundamentos tradicionales del negocio: captar, prestar responsablemente y cobrar esos créditos, siempre con una visión de largo plazo. Para nosotros, los buenos banqueros nunca pasarán de moda.
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