Not the man who hopes when others despair,
but the man who despairs when others hope,
is admired by a large class of persons as a sage,
Razones para el optimismo, por Matt Ridley
En una época de violencia y enfermedad extendidas por todo el mundo, las buenas noticias no son noticia para los medios.
El Times publicó mi artículo argumentando que las cosas están yendo bien para el mundo en su conjunto a pesar de un mes de guerra, terror y enfermedad.
¿Es acaso ésta la más terrible y absurda época? Agosto de 2014 ha traído consigo un abundante acervo para los que pronostican tragedias. De Gaza a Liberia, de Donetsk a Sinjar, los cuatro jinetes del apocalipsis -conquista, guerra, hambruna, muerte- han estado centellando alrededor del planeta, causando devastación a su paso. Y -parafraseando a Enrique V- “en sus talones, como perros con correa, la deuda, la desesperanza y el odio se agachan por emplearse”. ¿Existe alguna esperanza para la humanidad?
Hay que considerar la letanía del horror con la que se enfrenta el mundo. Una guerra religiosa entre el Islam militante y sus enemigos arde a través de Asia y el Medio Oriente, de Pakistán a Irak, Siria, Palestina, Libia, Somalia, de Sudan del Sur a Nigeria. En Ucrania, un dictador de pacotilla deliberadamente desató una guerra de conquista y reconquista. En África, encontramos una peste que se difunde cada vez más rápido.
Solamente piensa con cuánta frecuencia has visto imágenes de niños muertos durante el verano: esparcidos en un maizal en Ucrania, decapitados en una calle en Irak, fragmentados en pedazos en una playa en Gaza, heridos en un hospital en Siria y enterrados en Liberia. El destino de las niñas secuestradas en Nigeria por Boko Haram, difícilmente es menos atroz. El hombre es el lobo del hombre.
En el mundo del dinero, se pueden encontrar también abundantes razones para llorar. Argentina ha caído en suspensión de pagos. La deuda nacional de Inglaterra se ha duplicado en cuatro años. La Eurozona está en permanente recesión y se balancea al filo de la siguiente crisis. Los mercados accionarios están vacilantes.
Todo es real y es terrible. Pero el mundo siempre ha estado lleno de atrocidades, violencia, muerte y deuda. ¿Realmente las cosas están peor o nosotros los reporteros sólo difundimos los nubarrones? Recuerda que los medios no ofrecen un recuento justo de lo que pasa en el mundo. Simplemente te dicen, de manera desproporcionada, las cosas que salen mal. “Si hay sangre, llama la atención”, como dicen en los periódicos. Las buenas noticias no son noticia.
Así que hagamos un agregado de lo bueno que está pasando y que podría suceder. De hecho, la lista es bastante larga pero no muy valiosa en términos noticiosos. Comparado con cualquier otro momento de los últimos 50 años, el mundo es en general más rico, sano, feliz, inteligente, limpio, amable, libre, seguro, más pacífico y más igualitario.
Actualmente, una persona promedio gana casi tres veces más que lo que ganaba hace 50 años, corregido por inflación. Sin embargo, este dato aún subestima el nivel de bienestar en los estándares de vida porque no toma en cuenta muchas de las increíbles mejoras en las cosas que se pueden adquirir con ese dinero. No importa lo rico que fueras en 1964, no tenías computadora, celular, aerolínea de bajo costo, Prozac, Internet ni comida libre de gluten. La economía mundial todavía crece cada año a paso firme -más rápido de que lo que creció Inglaterra en la Revolución Industrial.
Una persona promedio vive una tercera parte más que hace 50 años y entierra a dos tercios menos de sus hijos (la tasa de mortandad infantil es las más importante medida de miseria que se me puede ocurrir). El volumen de comida disponible por persona ha aumentado de manera constante en cada continente, a pesar de que la población se ha duplicado. La tasa de mortalidad a causa de la malaria se ha reducido en casi 30% desde principios de siglo. Las muertes relacionadas con VIH están disminuyendo. La viruela, fiebre amarilla, polio, difteria, cólera, tifo y tifoidea que mataron a nuestros ancestros en masa, ahora son enfermedades poco comunes.
Decimos que somos miserables pero no es cierto. En 1970 se realizó un estudio que afirmaba que la gente era menos feliz en la medida que era más rica, pero estuvo basado en datos erróneos. Ahora sabemos que, en general, la gente se encuentra más satisfecha con la vida en la medida en que es más rica, una correlación que se mantiene entre países, al interior de los países e incluso a lo largo de la vida. En todo caso, es mejor estar bien alimentado, sano e infeliz que hambriento, enfermo e infeliz.
La educación es un desastre y todo mundo está contrariado por eso; pero hay que considerar que mucha más gente asiste a la escuela y se mantiene en ella, que hace 50 años. Adicionalmente, mediante el fenómeno llamado Efecto Flynn, los niveles de coeficiente intelectual siguen elevándose en todos lados, especialmente en aquéllos temas que tienen que ver menos con educación, debido probablemente a una mejor alimentación y a un entorno más rico, etc.
El aire es más limpio que cuando yo era joven, con el smog eliminado en su mayoría de las ciudades. Los ríos están más limpios y llenos de nutrias y peces. El mar está aún contaminado y con problemas en diferentes partes del mundo, pero existen hoy más ballenas que hace 50 años. La extensión de los bosques se está incrementando en muchos países y la presión para utilizar la tierra para sembrar comida ha comenzado a suavizarse.
Pensamos que nos estamos volviendo más egoístas pero no es así. Destinamos más de nuestros ingresos a la caridad que nuestros abuelos. Los crímenes violentos de casi todo tipo están en declive -asesinato, violación, robo, violencia doméstica-. También lo están la pena de muerte y los castigos físicos, y la crueldad contra los animales. Estamos menos prejuiciados acerca del género, homosexualidad y raza. La pedofilia no es más prevalente, sólo es menos silenciada.
A pesar de todas las cosas anti-liberales que todavía intentan los gobiernos, la libertad está en marcha. Cuando yo era joven, solamente algunos pocos países eran democráticos; los demás eran dirigidos por un déspota comunista o fascista. Hoy en día, sólo existe un puñado de cretinos que podrían reunirse en un bar: el gordo Kim, los hermanos Castro, Mugabe, un par de asiáticos centrales, los tipos de Venezuela y Bolivia y los anacrónicos bielorrusos. Putin está aplicando para la membresía. El chino ya no se aparece.
El clima no está peor. A pesar de lo que puedas haber escuchado, no hay un incremento global en las inundaciones, tornados, ciclones, heladas e incendios forestales -además ha habido una reducción en la severidad de las sequías-. Si tienes la impresión opuesta, es exclusivamente porque el reportar desastres naturales se ha vuelto un frenesí. Adicionalmente, gracias a una mejor infraestructura, comunicaciones y tecnología, existe un marcado descenso en las muertes debidas a climas extremos.
Globalmente, la probabilidad de que mueras como resultado de una sequía, inundación o tormenta es 98 por ciento más baja que la década de los 20’s. Como Steven Pinker documentó en su libro “The Better Angels of Our Nature”, el número de muertes en la guerra también está cayendo, aunque de forma más errática. Los diez años que van de 2000 a 2010, fueron la década con el número más bajo de muertes provocadas por la guerra desde que empezó el registro en 1940. Esto podría no durar, de hecho parece que esta década será peor. Pero podría ser mejor.
En cuanto a la desigualdad, el mundo se está rápidamente equiparando en ingreso porque la gente en los países pobres está haciéndose rica a un paso más rápido que las personas en los países ricos. Eso ha sido una realidad por dos décadas y se ha acelerado desde la gran recesión. El PIB per-cápita de Mozambique es 60 por ciento más elevado que en 2008; el de Italia está 6 por ciento abajo. Un país como Mozambique ha estado recientemente fuera de los encabezados ¿y sabes por qué? Las cosas están saliendo bien allá.
Escribir mi libro “El Optimista Racional” en medio de la gran recesión que parecía estar poniendo de rodillas a la economía mundial, fue valiente al punto de parecer irresponsable. A pesar de eso, fui demasiado cauto. El mundo rebotó de la recesión mucho más rápido de lo que yo esperaba y el ritmo de innovación y mejora se redobló.
También Inglaterra lo hizo mejor de lo que me temía. Estamos creciendo mucho más rápido que cualquier otra economía de las grandes. Hemos visto la tasa de desempleo desafiar aún los pronósticos más optimistas en cuanto a su nivel de reducción y hemos podido mantener al país más a salvo del terrorismo que durante la mayor parte de mi vida. Las tecnologías que parecen no distinguirse de la magia, siguen cayendo en nuestras manos, muy baratas.
Desde luego, como cualquiera, aún puedo convencerme de caer en la penumbra. Escocia podría separarse en el futuro. El Islam militante podría destruir nuestras comunidades. Los burócratas europeos podrían estrangular la innovación aún más de lo que ya lo hacen. Cuando me preguntan qué es lo que más me preocupa, siempre contesto: burocracia y superstición, porque ambas cosas ocasionaron la caída de civilizaciones como la Ming en China y la Abbasid en Arabia.
Advierto que ser optimista garantiza que nunca jamás serás tomado con seriedad. El filósofo John Stuart Mill dijo: “No es el hombre que espera cuando otros desesperan, sino el hombre que desespera cuando otros tienen esperanza, el que es admirado por un gran grupo como un sabio”.