Populismo Globalizado y Tasas de Interés
Qué ironía: la globalización tiene ventajas para todos, incluso para los populistas, los ‘do-gooders’ y los ‘globalifóbicos’. Estos grupos hoy pregonan “el fracaso del sistema capitalista” a escala mundial.
El mercado no falló, lo que falló fue el sistema político que tiene la responsabilidad de establecer un esquema de pesos y contrapesos efectivo, pero esto es tema de otras entradas como ésta.
Hoy, ni siquiera los Estados Unidos se salvan de la ola populista. Con el respaldo de la Casa Blanca, el Congreso de EE.UU. recientemente aprobó una iniciativa que regulará, entre otras cosas, las tasas de interés que cobran algunos bancos –aunque el Senado rechazó una versión más radical de esta propuesta.
Una obsesión constante de los ‘do-gooders’ es el nivel de las tasas de interés. El típico argumento populista, que en México también tiene bastantes suscriptores, nos dice que debemos proteger a los consumidores de los banqueros abusivos –y efectivamente hay algo de esto- pero debemos actuar con mucha cautela.
El problema con fijar un tope arbitrario a las tasas de interés es que corremos el riesgo de dejar fuera de las ventajas del crédito formal a quienes más lo necesitan: la gente en la Base de la Pirámide (BOP, por sus siglas en inglés).
El punto es que otorgar crédito es un proceso costoso porque, sin importar el monto, requiere investigación, documentación, monitoreo, administración y cobranza, además de enfrentar las pérdidas causadas por quienes no pagan sus obligaciones.
Debido a estos costos fijos, para la mayor parte de los bancos en el mundo sólo es rentable emitir grandes créditos.
La BOP necesita un tipo de crédito distinto al que los bancos tradicionales están dispuestos a otorgar: para empezar, requiere de montos mucho más reducidos, un esquema de pagos que coincida con sus ingresos semanales, así como tasas, plazos y pagos predeterminados –en fin, condiciones de precio y certidumbre que pocos bancos tradicionales pueden garantizar.
La euforia populista sólo beneficia al Usurero
Supongamos que el Congreso de nuestro país, en un arranque de euforia populista fija las tasas en 30%, que el costo de oportunidad del dinero (esto es el costo de captarlo, inflación, etc.) es de 10% por año y supongamos también que, dado el riesgo, el margen de utilidad debe ser del 10% por año para los inversionistas. Supongamos también que el costo fijo del proceso de crédito es de P$1,000 al año por crédito.
Para un crédito de un millón de pesos, 1,000 pesos por año representan el 0.1%, por lo que la tasa que se debe cobrar es del 20.1% (10% + 10% +0.1% = 20.1%). Vemos aquí que los créditos de un millón de pesos no son afectados por el tope legal.
Para un crédito de P$2,000 pesos, la situación es muy distinta: el costo fijo representa el 50% por año, y la tasa que debe cobrarse en estas condiciones (10%+10%+50% = 70%) está prohibida por ley.
Entonces, la ley en efecto nos impide otorgar créditos por P$2,000. De hecho, cualquier crédito por un monto inferior a P$10,000 estaría “prohibido” (porque un crédito por P$10,000 es el monto mínimo que se puede prestar a una tasa del 30%, bajo estas condiciones).
“No me ayudes Compadre”
A la Base de la Pirámide no le benefician los caprichos de los ‘do-gooders’ (¡qué bien se siente “ayudar”!); la BOP necesita el crédito más que cualquier otro segmento de la población, muchas veces es cuestión de supervivencia.
Lo único es que ahora para obtenerlo, tendrán que recurrir al mercado negro, a los usureros, a tasas mucho más elevadas. Los topes a las tasas son una bendición para los agiotistas y una calamidad para la BOP que repentinamente se ve expulsada del mercado formal.
“No puedes engañar a todos, todo el tiempo”, Abraham Lincoln
Banco Azteca tiene nueve millones de acreditados y la tasa que cobra es frecuentemente superior al 30%, ¿Sus clientes son tontos? Por supuesto que no, los clientes podrían solicitar crédito en cualquier otro lado, y lo harán siempre y cuando las condiciones sean mejores. Hoy estas condiciones no existen, por ello nueve millones de familias han optado por nuestro banco.
En Banco Azteca nos aseguramos que las condiciones bajo las que otorgamos nuestros créditos sean las mejores del mercado en su segmento, y que no exista un riesgo para el consumidor: nosotros no incrementamos la tasa, no recortamos el plazo, y el consumidor asume un pago fijo semanal, así de sencillo –en este banco tomamos todos los riesgos que nuestro ofrecimiento conlleva.
Se trata de una forma de hacer negocios que es mucho más sensible a las necesidades de la BOP. La crisis crediticia que estalló el año pasado fue a consecuencia de que los bancos transfirieron gran parte del riesgo directamente al consumidor: incrementando las tasas, terminando súbitamente con sus líneas crediticias y revisando otras condiciones. Hoy vemos las consecuencias de esta manera de hacer negocios.
Competencia, no regulación
Los topes regulatorios a los precios en cualquier mercado sólo propician el crecimiento del mercado negro y el consecuente desamparo del consumidor más vulnerable. Esto lo ha experimentado la humanidad en innumerables ocasiones a través de su historia, pero los políticos populistas no aprenden –o no quieren hacerlo.
La única solución para reducir las tasas de interés es una mayor competencia que propicie la creatividad y el avance tecnológico que nos permitan reducir los costos fijos de otorgar créditos; y esto no se logra por decreto.
Entrevista a Ricardo B. Salinas en CNBC (18 mayo 2009)
Transcripción completa de la Entrevista