Daño colateral
El domingo pasado, a plena luz del día, las fuerzas armadas de Egipto atacaron a un grupo de turistas que recorría el oeste de ese país. Al menos 12 mexicanos y egipcios fallecieron y otras diez personas resultaron heridas después de que los militares lanzaran un fulminante ataque aéreo sobre los viajeros.
Según la versión oficial egipcia, los soldados creyeron que el convoy pertenecía al grupo yihadista Estado Islámico (EI), argumento que parece bastante improbable. Fuentes oficiales declararon que son ocho los turistas mexicanos muertos.
Peor que la ineptitud que mostró el ejército egipcio al causar esta desgracia es la soberbia y ligereza con la que el gobierno de ese país se conduce al abordar este asunto. Según el ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Sameh Shukry, el grupo de viajeros se hallaba en una zona “prohibida” donde se estaba llevando a cabo "una operación antiterrorista".
Naturalmente, varias fuentes locales arrojaron serias dudas sobre esta inverosímil versión oficial de los hechos. Destacan las declaraciones de Hassan al Nahla, presidente del sindicato de guías turísticos de Egipto. Según Al Nahla, el grupo contaba con todos los permisos necesarios y, además, estaba acompañado de una escolta policial desde El Cairo hasta el lugar del incidente: el oasis de Bahariya, situado a unos 400 kilómetros de la capital. Al Nahla comentó que el lugar en el que se detuvieron nunca ha sido una zona restringida y que nadie emitió señales de advertencia.
Si no se tratara de una tragedia, sería ridícula la arrogancia con la que se conduce una institución armada que es incapaz de distinguir entre un grupo de turistas disfrutando sus alimentos y una organización terrorista.
Aún más absurda es la torpeza con la que el gobierno egipcio pretende encubrir la ineptitud de sus fuerzas armadas, refiriéndose a las víctimas simplemente como “daño colateral”. Ahora nos dicen que en México también hay víctimas inocentes de la Guerra contra las Drogas, pero ni siquiera en esta estrategia fallida se ha dado el caso de asesinar a un grupo de turistas por “confusión”.
Recordemos que se trata de un país donde apenas hace dos años, el ejército derrocó a un presidente electo en las urnas. En un lugar donde las instituciones son tan frágiles, no debe extrañarnos que la autoridad se conduzca con tanta arrogancia y falta de tacto.
Frente a este alarde de incompetencia, el gobierno mexicano exigió una investigación profunda de estos hechos terribles. Ahora corresponde a las autoridades y a las fuerzas armadas de Egipto ofrecer una explicación satisfactoria y una disculpa pública. Es lo menos que merecen las familias que perdieron a sus seres queridos por un acto de terrible ineptitud.
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