El futuro es de América Latina
Hace unas semanas ofrecí una conferencia, titulada igual que esta entrada, en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Washington D.C., sobre el futuro de Latinoamérica.
Dándole la vuelta al tema de la conferencia, anticipé que en realidad el futuro nos pertenece a los latinoamericanos y que Estados Unidos puede participar activamente en nuestro progreso o simplemente ser un observador más—como aparentemente lo ha sido en años recientes.
Para mí es muy importante que los actores de la región, especialmente los mexicanos, nos aseguremos que los fuertes ataques conservadores en contra de América Latina tengan respuesta. Ante las fuerzas que buscan cerrar fronteras a la migración y al comercio, es fundamental hablar sobre las grandes oportunidades que presenta nuestra región. La globalización tiene sus retos, pero ya he discutido en este espacio los grandes beneficios presentes para quienes se atreven a competir y cosecharlos. En este sentido, me declaro un optimista racional.
En este año que está por llegar a su fin, termina también un ciclo de gobierno más en nuestro país para dar paso a otro encabezado por un grupo político distinto.
La renovación en el gobierno mexicano coincide con la extensión, por cuatro años más, de la administración del Presidente Barak Obama en Estados Unidos. Esta coyuntura me parece oportuna para hacer una reflexión profunda sobre las grandes oportunidades que tenemos todavía por explotar en la relación entre Latinoamérica y nuestros socios y vecinos del norte. Oportunidades que bien aprovechadas pueden impulsar el crecimiento económico de toda la región, para beneficio de sus habitantes.
Derivado de la conferencia que ofrecí en D.C., fui invitado a enviar una colaboración sobre este tema al diario The Miami Herald. Comparto a continuación una traducción de mi artículo para este importante diario.
Estados Unidos y América Latina: alianza con valor
Hoy en día, existe una extraordinaria oportunidad, sin explotar en gran medida, para una mayor relación entre empresas y trabajadores, así como para la cooperación gubernamental, a lo largo del continente.
Los consumidores latinos y los líderes de negocios ven con atención el liderazgo de Estados Unidos, sus ideas e innovación. Mientras muchas compañías estadounidenses parecen soñar con la conquista de los consumidores chinos, Latinoamérica es cultural y geográficamente más cercana y la oportunidad de hacer negocios es enorme.
Con las herramientas correctas –democracias florecientes, sólidas políticas económicas y una creciente clase media- los países latinoamericanos están en posición de sustentar su progreso y promover la prosperidad de sus habitantes.
Expertos y analistas de todo el hemisferio occidental hacen sus pronósticos sobre cuál será la política de la administración Obama para Latinoamérica, en su segundo periodo. El Presidente Obama ha reconocido la especial relación y el profundo potencial del beneficio económico compartido entre Estados Unidos y América Latina. En un discurso en Chile en 2011, dijo: “Creo que América Latina es más importante que nunca para la prosperidad y la seguridad de los Estados Unidos. Con ninguna otra región tenemos tantas relaciones. Creo que América Latina será más importante para los Estados Unidos, especialmente para nuestra economía”. No puedo estar más de acuerdo.
De hecho, en medio de la preocupación de que la economía mundial se dirija hacia otra recesión, hay un flujo constante de noticias económicas positivas procedentes de América Latina:
- El Fondo Monetario Internacional (FMI) recientemente pronosticó un crecimiento regional en el rango de 4 a 5% para el próximo año, por encima del promedio global.
- Latinoamérica es una de las pocas regiones en el mundo donde hemos visto reducirse la brecha entre ricos y pobres en la última década, una tendencia que continuó a pesar de la desaceleración económica mundial. No se trata de repartir la riqueza, se trata de crearla. El crecimiento y consolidación de una clase media es el acontecimiento económico más importante de la región en un siglo. A pesar de las críticas conservadoras, ésta es una buena noticia para las empresas de Estados Unidos, así como para los agricultores y trabajadores, que pueden beneficiarse del progreso sostenido de América Latina.
- Un reciente estudio de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, informó que la pobreza se redujo a cerca del 30% de la población, de 50% que registraba la región hace apenas 20 años. En la última década, 73 millones de personas abandonaron la pobreza en América Latina —cifra igual a la población combinada de California, Texas y Georgia.
- Además, mejores formas de gobernar y las reformas económicas han ayudado a varios países de América Latina a asegurar una mayor calificación de crédito. Desde 2007, Moody´s ha incrementado la evaluación de seis países -Brasil, Panamá, Perú, Colombia, Costa Rica y Uruguay- a grado de inversión, mejorando el nivel de riesgo de negocios para empresas multinacionales. Como resultado, Latinoamérica representó el 10% de la inversión directa extranjera global el año pasado.
- La tasa de desempleo de la región se situó en 6.5% el año pasado, acercándose a mínimos históricos muy por debajo de un máximo de 11% ciento hace una década. La región está mejorando claramente su competitividad global. La participación de las mujeres en el mercado laboral es de 65%, la tasa más alta jamás vista. El promedio de escolaridad aumentó tres años desde la década de los noventa y México acaba de aprobar la reforma laboral más importante en 40 años.
- Otra tendencia prometedora: los empresarios latinoamericanos están impulsando la revolución digital creando empresas de tecnología. Las nuevas empresas en América Latina están trabajando directamente con los centros de innovación de los Estados Unidos –que pueden desarrollar mercados de negocios aún más interconectados.
- Por último, el intercambio es el alma del comercio. El crecimiento del intercambio comercial entre Estados Unidos y América Latina, ha superado las cifras del comercio con Asia y Europa. Los países latinoamericanos han avanzado en la liberalización del comercio, reduciendo significativamente sus aranceles y otras restricciones no arancelarias y participando en sus propios acuerdos regionales.
Por supuesto, como he dicho anteriormente, América Latina debe enfrentar desafíos para sostener el crecimiento, incluyendo el fortalecimiento del estado de derecho y una mayor transparencia y rendición de cuentas. Pero el progreso de la región luego de su “década perdida” en los noventa es tal, que las empresas de Estados Unidos deberían ayudar a mantenerlo y beneficiarse de él—no luchar contra él.
Esto puede comenzar, en particular, con el desarrollo de una agenda comercial más robusta con México, el más grande e importante socio comercial y polo de inversión de Estados Unidos en América Latina.
No obstante que las drogas y la migración han sido temas protagónicos en nuestra relación bilateral, Barak Obama y el presidente entrante de México, Enrique Peña, deberían comprometerse a explorar formas para ampliar y reforzar una relación comercial ya exitosa, que beneficia a millones de personas en ambos lados de la frontera.
Juntos, América Latina y los Estados Unidos pueden ser imparables. Vamos a aprovechar la oportunidad de este momento para captar una mayor atención y encaminarnos hacia nuestro futuro común.
El artículo original se puede encontrar en esta liga:
U.S. & Latin America: Partnership of value