La educación es un tema fundamental del que escribo con regularidad en este espacio porque considero que es la piedra angular de nuestro futuro. El capital humano es la forma de riqueza más importante que existe.
Desafortunadamente, la situación educativa en nuestro país en general es desastrosa. Pero quejarse es muy fácil: hace casi veinte años, nosotros decidimos pasar a la acción y creamos un modelo educativo de vanguardia, enfocado en jóvenes brillantes de escasos recursos: Plantel Azteca.
Pero la verdadera historia se escribe a partir de que los alumnos se gradúan: cada uno de nuestros egresados representa una historia de tenacidad y esfuerzo que cambia su realidad y su entorno para bien.
Por ello, en una serie de entradas compartiré en este espacio algunas historias de éxito de nuestros egresados. Podremos entonces maravillarnos con los frutos extraordinarios que se pueden alcanzar en la aventura de formar jóvenes de excelencia.
Jocsan Laguna Romero, es un chico que creció en una de las delegaciones con mayor índice de marginación de toda la capital del país: Xochimilco. Jocsan vivió en una pequeña casa con sus dos hermanas y su madre, quién mantenía a sus hijos vendiendo productos cosméticos y algunos otros artículos por catálogo.
En su casa, el dinero nunca sobró, pero este niño curioso e inteligente siempre fue muy feliz. Una boleta escolar repleta de nueves y dieces era siempre una alegría y un orgullo para su madre. Sin embargo, la difícil situación económica de la familia ponía en duda la permanencia en la escuela de este joven brillante.
Entonces, su madre buscó una oportunidad para Jocsan en Plantel Azteca. Gracias a su notable esfuerzo y dedicación, este joven obtuvo una beca —de las más de 2,000 que el plantel otorga en cada ciclo escolar— para solventar sus gastos de colegiatura, uniforme y útiles escolares.
No le importaban los 35 kilómetros que recorría en transporte público durante dos horas cada mañana para llegar a la escuela, porque recibía clases de matemáticas, informática, programación y redes que lo ayudaron a descubrir su elemento, además de fomentar en él valores como la honestidad, la excelencia y el compromiso, que orientan sus decisiones cotidianas. En el Plantel, Jocsan descubrió su gran talento para las computadoras.
Al concluir su bachillerato, ingresó a la UNAM para estudiar la carrera de Ingeniería Mecánica. Jocsan podría ser un universitario más, preparándose para enfrentar el mundo laboral, pero este joven ya va unos cuantos pasos adelante. Hoy, se ubica al frente de una batalla mundial contra los delitos cibernéticos como la pornografía infantil, secuestro, robo de datos, clonación de tarjetas de crédito y ataque a portales bancarios.
Diversos cursos lo certifican como perito informático y hace dos años, fundó su propia empresa, que desarrolla procesos de cómputo forense para identificar, preservar, examinar y presentar evidencias durante un proceso legal, temas que son sumamente complejos.
A este ex alumno de Plantel le perturbaba que muchos criminales cibernéticos lograban salir de prisión, por falta de pruebas, por lo que desarrolló el primer sistema operativo especializado en informática forense en toda América Latina. Este sistema permite que investigadores especializados e incluso la policía cibernética puedan contar con una herramienta confiable y fácil de operar.
Actualmente, a través de su empresa, capacita a entidades del gobierno federal, como la Secretaría de la Defensa Nacional, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional y la Policía Cibernética, así como a gobiernos estatales y empresas privadas.
Su visión es global. Por ello, también es el Fundador y Presidente del Consejo Latinoamericano de Cómputo Forense, que busca junto con otras mentes brillantes de Ecuador, Bolivia, Guatemala, Colombia, Argentina y Chile, homologar leyes especializadas en este tipo de delitos, ya que en estos países aún existen importantes vacíos legales que facilitan a criminales cibernéticos burlar la justicia.
Estoy convencido de que el progreso lo generan los inconformes y Jocsan es un ejemplo de ello. Es muy motivante pensar que un joven de tan solo 27 años, orgulloso egresado de Plantel Azteca, pueda estar a la vanguardia global de una industria tan sofisticada.
Reflexionar sobre el pasado y el presente de estos jóvenes es inspirador, porque ellos cambiarán a México. Sin duda Jocsan recibió grandes oportunidades que supo aprovechar y hoy es un digno ejemplo de que la formación académica y humana de calidad, transforma vidas y comunidades enteras.