El Monopolio de la Emisión de Dinero
El pasado 25 de marzo compartí en este espacio mi visión general sobre los monopolios y en particular sobre la industria energética. Hoy escribo sobre otro monopolio que nos afecta literalmente “en la cartera”.
La cantidad total de dinero que circula en un país debe relacionarse con el monto de los bienes y servicios producidos por la economía. La producción de estos bienes refleja el esfuerzo de millones de trabajadores que, combinado con el capital, agrega valor a la sociedad. Lo menos que se puede esperar a cambio de este esfuerzo es que sea recompensado con un medio de cambio que conserve su valor en el tiempo.
Para que esto suceda, por definición, la inflación debe mantenerse bajo control, y esto se logra respetando la relación entre el dinero en circulación y el valor de la producción total. En nuestro país quien tiene la obligación de mantener el valor del dinero es el Banco de México y de acuerdo con su sitio, “tiene como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda.”
Para lograr este objetivo, el Banco de México opera el monopolio constitucional de la emisión de dinero y cuenta con varios mecanismos de regulación monetaria. Es decir, debe emitir los billetes y monedas necesarias para posibilitar las transacciones en la economía, ni un centavo más. La teoría monetaria es bastante compleja, pero estoy seguro que el banco central cuenta con gente capacitada para entenderla y cumplir con su función.
No obstante, la realidad es que en algún momento algo falló porque el valor de nuestro peso disminuyó dramáticamente en las últimas tres décadas; revisemos las cifras:
En 1976, cuando me gradué del TEC, un dólar cotizaba en $12.50 pesos, pero hay que tomar en cuenta que en esa época nuestra moneda tenía tres ceros de más, es decir el dólar era equivalente a $0.0125 pesos actuales. Hoy ese mismo dólar cuesta $14 pesos, o simplificando, nos fuimos de $12.50 a $14,000 viejos pesos por dólar; por lo que después de 33 años el peso vale 0.89 milésimas de lo que cotizaba en términos de esta divisa – es difícil imaginar cifras tan microscópicas. Pero ésta no es toda la historia.
Con relación al oro, la pérdida de valor de nuestra moneda es todavía peor, porque una onza de oro vale actualmente $925 dólares en comparación con $120 dólares por onza hace 33 años . Es decir, el dólar, la moneda del país más poderoso de la tierra, de donde provienen los gurús de la Escuela de Chicago, perdió en tres décadas el 87% de su valor en oro.
Si hoy el dólar vale poco más de un octavo en términos de este metal precioso de lo que valía en 1976, entonces el peso actualmente representa una diezmilésima parte de lo que cotizaba en términos de este metal .
En este sentido, los mexicanos hemos sido víctimas de un gran fraude, sólo que en contraste con el caso Madoff éste otro fraude masivo afectó a millones, aunque tomó décadas en gestarse.
La pérdida de valor de la moneda genera, entre otros efectos dañinos, el impuesto inflacionario, el más injusto de todos porque no se decreta, no se publica ni se somete a una votación democrática; simplemente se impone, y para colmo deteriora principalmente el poder de compra de la base de la pirámide (BOP), puesto que este segmento de la población mantiene una gran proporción de su ahorro en efectivo.
No pongas tu interés en el dinero
Un poeta norteamericano comentó con agudeza “No pongas tu interés en el dinero, pero pon tu dinero a interés.” Si la base de la pirámide hubiera tenido acceso a servicios bancarios en las épocas de mayor inflación en la historia moderna de México, podría haber recibido intereses por sus ahorros, compensando en cierto grado la pérdida de poder de compra de la moneda –de hecho, ésta es parte de la visión que motiva a Banco Azteca.
Sin embargo, con una bancarización prácticamente nula, el empobrecimiento de millones de familias fue proporcional al incremento en precios, en aras de financiar un gasto público desproporcionado e ineficiente.
Una definición de locura es “hacer lo mismo y esperar resultados diferentes”, hoy muchos proponen aplicar la misma receta que se aplicó durante décadas. ¿No es esto lo que está sucediendo justo ahora en EE.UU., donde el balance que soporta la emisión de dinero de la Reserva Federal se ha casi triplicado de un plumazo? El mundo ha perdido la cordura, pero éste es tema de otra entrada.
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