La mejor inversión, los niños
Frecuentemente escribo en este espacio sobre distintos aspectos de los negocios, su administración, gobierno corporativo, sus reglas fundamentales y la importancia que tienen para generar una sociedad próspera. Sin embargo, esta ocasión quiero referirme a un tipo de inversión muy distinta, cuya maduración está ligada a la expectativa de un buen futuro para nuestro país: la niñez.
La experiencia, el sentido común y hasta los economistas nos han demostrado que la inversión social más rentable se da en la salud y la educación de los niños. Para mí, la muestra más tangible del fracaso de una sociedad es un niño enfermo, desnutrido o analfabeta. Aún más triste es ver a un niño sin esperanza.
Durante el reciente Concierto de Gala de la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca Nacional fuimos testigos de la capacidad de la música de transformar vidas y de llenarnos el corazón de esperanza. A lo largo de estos cinco años he visto a muchos niños llenarse de esperanza y alegría para transformar su futuro (como ejemplo de ello, comparto con ustedes cuatro de las piezas que se ejecutaron durante este concierto).
En esta ocasión, el concierto fue dedicado por nuestros pequeños músicos a los medallistas paralímpicos de Londres, quienes nos enseñaron con su ejemplo que nada es imposible. Por su parte, los pequeños músicos que llenaron el Auditorio Nacional con su talento son los mejores de entre los 12,000 que conforman las 54 orquestas de Esperanza Azteca en todo México.
Los integrantes de la Orquesta Esperanza Azteca Nacional, nuestra selección, son aquellos que han demostrado el mayor empeño y trabajo en equipo. Cada uno de ellos es un orgullo para México y merecen todo nuestro reconocimiento y admiración.
Muchos de estos niños han mostrado su talento fuera del país, en ciudades como Washington, San Diego y Los Ángeles, donde se han convertido en una excelente carta de presentación sobre las cosas buenas que suceden y auguran un buen futuro para México.
Esperanza Azteca es un proyecto social transformador, y nuestro mayor compromiso es seguirlo expandiendo: nuestra meta es llegar a 500 mil niños a nivel nacional. El objetivo es ambicioso, pero vale mucho la pena: podemos transformar a México.
Quiero aprovechar para anunciar en este espacio que gracias al apoyo del gobernador Rafael Moreno Valle, ya contamos con una espléndida sede en la ciudad de Puebla, La Constancia, que fue la primera fábrica textil de América y ahora se ha convertido en una fábrica de músicos.
Debo agradecer también a los 29 gobernadores que han confiado en Esperanza Azteca, al compromiso de la Cámara de Diputados y al apoyo fundamental de la Secretaría de Educación Pública que siempre entendió y creyó en nuestro proyecto. Agradezco también a quienes integran Fundación Azteca y a las asociaciones amigas de las orquestas, todas integradas por personas comprometidas con los niños, con el arte y con el futuro de México.
Cada una de las 54 orquestas nos demuestra que la colaboración entre el gobierno, las empresas y la sociedad civil puede lograr grandes objetivos. Nos ha quedado claro que invertir en la niñez y en la juventud es la única manera de construir un futuro próspero y armónico.
Cada peso que invertimos en estos niños tiene un rendimiento social incalculable, ya que invertir en sus habilidades y en su potencial refuerza su autoestima, confianza y la búsqueda de la excelencia. Todo ello abona directamente en la grandeza de México. Por eso precisamente le llamamos las Orquestas de la Esperanza.
Gracias por confiar en este proyecto.
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