Bicentenario (3): Democracia, ¿Qué nos falta?
"Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística."
Jorge Luis Borges
La democracia es una forma de gobierno tan complicada que parecería una utopía, algo fuera del alcance de los seres humanos; no obstante, vale la pena luchar por ella.
A lo largo de la historia, la humanidad ha puesto en práctica distintos conceptos de democracia, pero la mayoría de las veces han sido intentos fallidos. El filósofo Sócrates, por ejemplo, vivió en la Atenas del siglo V a.C. una de las primeras democracias de la historia, pero eso no impidió que se le juzgara por cuestionar las ideas de la mayoría y se le ejecutara por ese “delito”.
Julio César ascendió políticamente en una Roma democrática, gobernada por un Senado de elección popular, en el siglo I a.C.; sin embargo, para asegurar el poder, compró votos y encarceló o exilió a sus enemigos, despojándolos de sus propiedades.
Antes éstas y otras experiencias historicas uno puede entender a Winston Churchill, el politico britanico, quien decia: “La Democracia es la peor forma de gobierno… con excepción de todas las demás”.
Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿qué es la democracia? El tema es demasiado complejo como para agotarlo en unos cuantos párrafos. No se trata, sin embargo, del simple derecho de acudir a votar. Para que la democracia, o cualquier otra forma de gobierno, tenga legitimidad debe respetar los derechos de las personas y de las minorías. No hay voto que justifique que las mayorías despojen a los individuos de sus derechos.
De acuerdo con Fernando Savater, la democracia es la forma de organización de los iguales, en derechos y obligaciones, y la ciudadanía exige un espacio público de preocupación y debate. En México hemos vivido en una república durante casi 200 años. Tenemos acceso a votaciones populares, pero no se han respetado realmente los derechos individuales. Pequeños grupos de políticos han controlado las instituciones de nuestra democracia –tendremos que preguntarnos entonces si sirve de algo tener las elecciones más costosas del mundo occidental.
A pesar de los enormes costos financieros de nuestra democracia, los mexicanos tenemos un problema: no acostumbramos enfrentarnos a la autoridad. Tenemos que aprender a ser ciudadanos, y dejar de ser súbditos, y esto implica escuchar, hablar y demandar resultados.
Recordemos que Paul Collier nos habla en su libro del concepto de “democracia incompleta”, una forma de gobierno recurrente en los países subdesarrollados, que puede ser incluso más perjudicial que una dictadura. Collier nos dice que la democracia requiere forzosamente de transparencia y rendición de cuentas. La carencia de estas dos cualidades atrae al poder a quienes sólo están interesados en la rapiña, mientras desplaza a los políticos honestos. Este autor destaca en su libro el papel fundamental de los medios de comunicación para impulsar estos dos atributos.
Ante la insatisfacción general de los ciudadanos, entre 1977 y 1996 se registraron seis reformas electorales en México, las cuales brindaron más derechos a los ciudadanos. Sin embargo, en el 2006 la contrarreforma despojó a los ciudadanos de algunos derechos fundamentales para dárselos en exclusiva a los partidos políticos.
Hoy, a 200 años del inicio de la Guerra de Independencia y a 100 años de la Revolución, México vive una democracia “formal”. A los ciudadanos se nos permite votar cada tres o seis años para escoger a nuestros gobernantes. Pero no podemos ser candidatos a cargos de elección popular, a menos que seamos postulados por partidos políticos, y además se nos prohíbe contratar tiempos de radio y televisión para expresar nuestras ideas políticas.
Mientras los políticos mexicanos tienen un monopolio en los cargos de elección popular y en la expresión de ideas políticas, en enero pasado, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos decidió que las restricciones a la compra de anuncios de publicidad política por las empresas del país es anticonstitucional.
De acuerdo con esta resolución, la Primera Enmienda garantiza la libertad de expresión para todos, y la compra de tiempos en medios electrónicos para manifestar ideas políticas es una parte fundamental de esa libertad.
Por nuestra parte, los Mexicanos estamos concientes que es mejor vivir en una democracia que en una dictadura. Por eso a lo largo de la historia hemos hecho tantos esfuerzos por construir una verdadera democracia, sin embargo también hemos tenido retrocesos importantes en años recientes.
Algunas de las acciones que debemos seguir para construir nuestra democracia aún incompleta incluyen: actuar para fortalecer nuestras instituciones y que éstas respondan al ciudadano. Apostar por los derechos individuales, de las minorías y, sobre todo, por la educación.
También, debemos exigir la rendición de cuentas y total transparencia de la autoridad, al mismo tiempo que reforzamos nuestra libertad de expresión. Por eso debemos de tener la posibilidad de aspirar a cargos de elección popular y contratar tiempos en los medios para expresar nuestros puntos de vista.
Para lograrlo tenemos que participar, enfrentarnos a la autoridad cuando ésta no responda a su mandato y asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos. No debemos olvidar que la democracia es un bien común, luchemos por ella.