¿Qué hacer con mil millones de personas atrapadas en la pobreza?
Una de las presentaciones más destacadas de TED (tecnología, entretenimiento y diseño), un foro anual de ideas al que asistí este año, fue Four Ways to Improve the Lives of The Bottom Billion.
Paul Collier es un experto en temas de desarrollo que ha combatido en el campo de las ideas distintos mitos sobre la pobreza que son convenientes para los políticos, pero muy perjudiciales para las personas. Collier es, por ejemplo, sarcástico respecto a ciertas estrellas del rock que pretenden erradicar la pobreza sin enfrentar las causas profundas que la ocasionan. También es un crítico de los políticos que no ofrecen más que gestos, es decir, acciones que suenan bien, pero que son inútiles.
Collier muestra en su ponencia la preocupación que todos debemos tener por las mil millones de personas que padecen la pobreza en economías que llevan alrededor de 40 años de estancamiento. En su propuesta, intenta encontrar una esperanza real y tangible para este grupo, partiendo de dos conceptos: compasión y “enlightened self-interest”, que en castellano sería algo como “interés propio ilustrado”. La compasión nos permite empezar a poner manos a la obra, mientras que el interés propio nos ayuda a trabajar en serio con el fin de erradicar la pobreza.
En una exploración inicial para encontrar soluciones a futuro, Collier vuelve al pasado. Toma como ejemplo los datos y cifras del Plan Marshall implementado por Estados Unidos para ayudar a reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Según él, ésa fue la última vez que los países ricos tomaron en serio el tema del desarrollo. En esa ocasión, se utilizaron cuatro herramientas: ayuda económica, apertura comercial, política de seguridad común y un sistema de apoyo y colaboración mutua entre gobiernos.
Hoy el mundo necesita hacer un esfuerzo superior para sacar de la pobreza a las mil millones de personas que se encuentran atrapadas en ella; aunque las herramientas pueden ser muy distintas. Collier hace propuestas muy concretas en su libro: “The Bottom Billion: Why the Poorest Countries Are Failing and What Can Be Done About It”, -del cual, por cierto, hablaré aquí próximamente. Pero en su participación en TED, Collier habla de un tema en particular: incrementar la transparencia.
Bajo el entorno actual de auge en los precios de los productos básicos, los países en desarrollo tienen frente a si una magnífica oportunidad de sacar a millones de sus ciudadanos de la pobreza. Sin embargo, de acuerdo con Collier, la experiencia histórica nos indica que la riqueza generada por las materias primas puede ser contraproducente.
¿De qué otra forma nos podemos explicar entonces que Nigeria esté hoy en una peor situación que antes de descubrir vastas reservas de petróleo, y que en cambio países como Noruega, Australia y Canadá hayan podido multiplicar considerablemente la riqueza producto de sus materias primas? La respuesta es precisamente la transparencia gubernamental y el sistema de pesos y contra-pesos.
¿Cuál es su veredicto sobre la democracia? Desafortunadamente es ambiguo. La democracia tiene dos componentes principales, (1) competencia electoral (que mal llevada puede llegar a perjudicar las perspectivas de desarrollo), y (2) un sistema de controles, que contribuye directamente a mejorar las perspectivas de crecimiento económico.
De acuerdo con Collier, en los años 90s se dio en economías emergentes un boom democrático, o mejor dicho, mayor competencia electoral, pero sin adoptar estándares esenciales de control, con lo que muchos de los nuevos sistemas democráticos carecen de la más simple estructura para garantizar el desarrollo económico de la población.
Su propuesta es muy simple: establecer estándares globales voluntarios para mejorar la transparencia y control gubernamental. Un ejemplo de estos estándares es la obligación de los gobiernos de licitar de forma transparente los derechos de extracción de las materias primas a través de subastas públicas.
Hay otro componente importante. Para Collier, los políticos no adoptarán medidas de transparencia relevantes, sólo gestos inútiles, a menos que sean obligados por una sociedad informada. Se requiere formar una masa crítica de ciudadanos educados para lograr el incremento en transparencia gubernamental que ayude a sacar de la pobreza a millones de personas.