El valor del crédito de corto plazo
Mi amigo Billy Webster, quien construyó una gran empresa, Advance America, rindió hace tiempo un testimonio ante un panel en el Senado de los EE.UU. que vale mucho la pena considerar a quienes nos interesa el tema de la inclusión financiera.
Con presencia en 29 estados de EE.UU., Advance America es una empresa que sirve a 1.3 millones de clientes de clase media a quienes otorga más de diez millones de créditos por año. Como sabemos, a partir del año pasado Advance America forma parte de Grupo Salinas y representa nuestra primera incursión en el mercado de servicios financieros de los Estados Unidos.
En su testimonio, que resumo a continuación, mi amigo Billy Webster mencionó cinco puntos cruciales para entender la dinámica de esta industria: (1) la demanda por financiamiento de baja denominación y de corto plazo está creciendo; (2) pero mientras la demanda crece, la oferta se contrae; (3) dentro del universo de productos de financiamiento al consumidor de corto plazo, los créditos sobre nómina, la actividad principal de Advance America, son probablemente la opción más barata para el consumidor; (4) el cliente típico de la industria, el trabajador de clase media, gradualmente ha incrementado su riqueza y sofisticación y (5) cualquier restricción a las alternativas de crédito de corto plazo para la clase media tiene consecuencias socialmente indeseables.
Analicemos detenidamente cada uno de los puntos que plantea Webster:
1. Demanda creciente
Los productos de financiamiento de corto plazo, es decir, con plazos menores a un mes, son utilizados por más de 40 millones de familias en los Estados Unidos, lo que representa más de 1.5 mil millones de transacciones por año y más de US$100 mil millones en crédito emitido.
Además de estas estadísticas, existen indicios indirectos para corroborar el crecimiento de la demanda. En mayo de 2011, el Consejo Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) descubrió que la mitad de los hogares en Estados Unidos no tenían a su disposición US$2,000 para solventar cualquier gasto inesperado. De hecho, 38% de los hogares con un ingreso superior a los US$100,000 afirmó no contar con los recursos suficientes para afrontar un gasto de ese monto. Esto pone a las familias en una situación vulnerable ante cualquier contingencia.
En 2010, una nueva regulación emitida por la Reserva Federal (FED) indicó que los bancos debían obtener el consentimiento explícito de sus clientes para incluirlos en sus servicios de sobregiro de cuentas de cheques; 77% de los clientes optaron por esta opción, el doble de las estimaciones previas de la FED.
A pesar de los relativamente elevados costos implícitos en la opción de sobregiro en cuentas de cheques, los consumidores claramente valoran la posibilidad de exceder el saldo de sus cuentas para enfrentar cualquier eventualidad.
2. Oferta en contracción
En contraste con los indicios de una demanda robusta, una regulación cada vez más onerosa ha causado que más de US$1.6 billones (millones de millones) sean retirados de la oferta de crédito al consumidor. Por ejemplo, la Regulación E. aplicable a los servicios de sobregiro y otros créditos bancarios de corto plazo, ha cambiado la dinámica de la industria de tal forma que más de 1,500 sucursales al servicio de la clase trabajadora han cerrado desde 2009, mientras que una industria completa ha desaparecido: la de crédito al consumo sin garantías.
3. Avances sobre nómina: la opción más económica
Mientras que la demanda se ha incrementado notablemente y la oferta se ha contraído, cualquiera que haya cursado Economía I evitará sorprenderse ante el incremento notable en los precios de estos servicios. Desde que se fundó Advance America en 1997, las cuotas bancarias por insuficiencia de fondos se han duplicado, mientras que las tarifas de la industria del crédito sobre nómina -o Avances sobre Nómina- de corto plazo, se han mantenido sin cambio.
No debe extrañarnos entonces que cada vez más familias prefieran los Avances sobre Nómina a las costosas alternativas que ofrecen los bancos. De hecho, de acuerdo con la Corporación Federal del Seguro para el Depósito (FDIC, por sus siglas en inglés), un avance sobre pago de nómina es mucho más accesible que cualquiera de sus alternativas bancarias.
Consideremos que el sobregiro promedio en Estados Unidos representa un monto de US$66, y la tarifa promedio asociada a este evento es de US$36, con lo que el costo financiero promedio anual de esta opción de financiamiento rebasa el 2,000% anualizado. En Advance America, nuestros clientes pueden adquirir un crédito por los mismos US$66 por un costo que es inferior a la cuarta parte de lo que cobran los bancos.
El consumidor es mucho más inteligente de lo que muchos piensan: además de comparar los precios de las alternativas de financiamiento de corto plazo, nuestros clientes saben que las condiciones de los Avances sobre Nómina son precisas, claras y que no muestran ambigüedad en su interpretación, en contraste con las alternativas bancarias.
4. Un cliente cada vez más sofisticado
En más de 15 años de operaciones, Advance America ha servido a más de 10 millones de clientes con un perfil típico que sorprende a muchos: 42 años de edad; el 94% ha cursado al menos la preparatoria, la mitad es dueño de su casa y todos ellos mantienen al menos una cuenta bancaria. Los clientes de Advance America cuentan con un ingreso promedio anual de US$54,000, que se ha incrementado en 20% en los últimos tres años, a pesar de una contracción en la última década de una sexta parte en el ingreso promedio de los hogares en EE.UU.
5. Las restricciones a la industria tienen consecuencias desastrosas
En esta argumentación, el punto más importante es éste: cualquier restricción, ya sea a las tasas o a la frecuencia de uso de estos productos, tiene consecuencias que son socialmente indeseables.
Las trabas regulatorias típicamente buscan limitar la demanda de estos productos a través de una restricción a la oferta: nada de esto ocurre. Estas restricciones nunca logran restringir la demanda y por el contrario, obligan a los clientes a recurrir a instancias bancarias mucho más caras, o peor aún, a convertirse en víctimas de usureros y agiotistas que actúan fuera de la ley.
Todos los estudios sobre este tema han concluido que el único efecto de las restricciones a la industria regulada es un incremento significativo en las quejas del consumidor por prácticas de usura por parte de empresas no reguladas.
Un estudio reciente del banco de la Reserva Federal de Nueva York concluyó que el consumidor típico en los estados de Georgia y Carolina del Norte, donde los Avances sobre Nómina están prohibidos de facto por las restricciones a las tasas, “le rebotan más cheques, muestran menos satisfacción con los productos de crédito y con los mecanismos de cobranza y han buscado la protección de la Ley de Quiebras con mucho mayor frecuencia que en los estados donde estos servicios están permitidos”.
Por ejemplo, en el estado de Washington, un límite de ocho créditos de corto plazo por año fue establecido en 2010: desde el primer momento en que esta regulación entró en vigor, el número de quejas por prácticas de crédito abusivas se ha disparado.
Mi conclusión del testimonio de Billy Webster es que los prejuicios de la clase política en contra de la industria del crédito al consumo son universales. Estos prejuicios sólo propician prácticas regulatorias que perjudican a las familias que más necesitan del crédito, al orillarlas a recurrir a un mercado negro plagado de prácticas abusivas que vulneran a las familias. Evitemos cometer los mismos errores.