La Ciudad de las Ideas
Llevamos décadas tratando de resolver los viejos problemas de México – la pobreza, la corrupción, el deterioro ambiental, el crimen organizado, el rezago educativo, entre muchos otros. En más de un sentido, nuestro país está estancado y le urgen ideas para promover el cambio.
Nuestro futuro depende en gran parte de ejecutar propuestas constructivas para resolver los problemas comunes, no de cuánto gaste el gobierno –una métrica bastante común entre los políticos y funcionarios, que por cierto en la empresa privada es absolutamente inaceptable.
El fin de semana del 6 al 8 de noviembre, asistí a un evento que justamente promueve un cambio en perspectivas: La Ciudad de las Ideas, en su segunda edición. Aquí, se congregaron algunos de los pensadores, académicos y escritores más destacados del mundo contemporáneo. El objetivo de la Ciudad es precisamente romper paradigmas para promover el cambio.
Cada expositor tuvo 22 minutos para presentar su “idea más peligrosa”. Los temas incluyeron reflexiones sobre el hombre, y su evolución, el futuro, el mal, el bien, el movimiento, entre muchos otros (en el futuro compartiré mis reflexiones sobre varias de estas ideas).
A través de estas exposiciones conocimos algunas de las características más ocultas y fascinantes del ser humano y de su entorno, mientras se presentaron distintas formas de pensar, percibir el mundo y de relacionarnos con nuestro planeta.
Por ejemplo, considero que fue muy oportuna la intervención sobre “la transa”. Aquí nos damos cuenta que los arreglos institucionales son determinantes para explicar este fenómeno, que no es exclusivo de los mexicanos, pero que nos afecta mucho más que a otras naciones. El mexicano por si mismo no es tramposo, porque cuando emigra se comporta de otra manera. Debemos preguntarnos entonces ¿qué está mal en nuestros arreglos institucionales?
Por otro lado, el tema de la belleza física y la idea de que su concepto es similar a través de distintas culturas, nos lleva a pensar en aquello que tenemos en común y valoramos los seres humanos.
Aprendí también que nuestro cerebro reptiliano, el que contiene nuestros instintos más básicos, prevalece en la mayor parte de las decisiones que tomamos, muchas veces de manera inconsciente –esto ya lo vimos de alguna forma en la entrada sobre el Código Cultural.
En fin, no puedo siquiera enumerar la cantidad de ideas valiosas que fueron transmitidas en este evento, muchas de ellas no pueden ser más oportunas.
Ya lo escribí en otra entrada: La globalización nos obliga a evolucionar sin perder nuestra esencia. Lo que puede ser muy peligroso es evitar el cambio con el pretexto de conservar nuestra “cultura” y “tradiciones”. Reflexionemos y debatamos abiertamente nuestras ideas para promover la transformación de nuestra sociedad.