Nuestro Templo Mayor
En Grupo Salinas estamos muy preocupados y ocupados en mejorar la educación en México. Estamos conscientes de los graves problemas que enfrenta la educación básica en nuestro país y todos debemos poner nuestro granito de arena para mejorar su calidad. La clase política nos dice que cada vez se gasta más, pero lo que quisiéramos ver todos son más y mejores resultados.
Ayer, gobierno e iniciativa privada logramos juntos un resultado concreto. Presentamos ocho pantallas interactivas que Grupo Modelo y nuestro grupo de empresas donaron al Museo del Templo Mayor.
Estas pantallas conjugan historia, ciencia y tecnología para aumentar la difusión y acceso a nuestro patrimonio y cultura. Creo firmemente que ver y visitar sitios relevantes del pasado, e interactuar con nuestra historia –no memorizarla, sino vivirla- es parte del camino hacia la educación del futuro, que logre un aprendizaje verdadero. El conocimiento no tiene que ser aburrido, al contrario.
Mi propia experiencia fue definitivamente enriquecedora. El Museo del Templo Mayor es un lugar muy especial que reafirma nuestro orgullo de ser mexicanos. Debo confesar que hacía tiempo no lo visitaba y disfruté hacerlo con mi hijo Ricardo, quien por cierto estaba fascinado. Es realmente un lugar impactante que vale la pena conocer.
Eran las siete de la tarde, acababa de llover y el cielo comenzaba a despejarse. Entré por el Zócalo, el Palacio Nacional estaba iluminado, la Catedral limpia –sólo uno de sus campanarios mantenía andamios- y la plancha del primer cuadro estaba libre de manifestantes, basura y ambulantes. Al fondo, el sonido de unos danzantes para completar la escena. Absolutamente majestuoso.
La entrada al museo enmarcada por la zona arqueológica: losas con historia oliendo a piedra mojada, y finalmente, ya dentro del recinto, la siguiente inscripción de Cantares Mexicanos en el muro:
Orgullosa de si misma
Se levanta la Ciudad de México-Tenochtitlán
Aquí nadie teme a la muerte en la guerra
Ésta es nuestra gloria.
Éste es tu mandato.
¡Oh, dador de la vida!
Tenedlo presente, oh príncipes,
No lo ovideis.
¿Quién podrá sitiar a Tenochtitlán?
¿Quién podrá conmover los cimientos del cielo?
Con nuestras flechas, con nuestros escudos,
Está existiendo la ciudad.
¡México – Tenochtitlán subsiste!
Al reflexionar sobre la inscripción, me queda muy clara nuestra absoluta responsabilidad para mantener siempre vigente su significado. Nuestro país y nuestra ciudad, a pesar de sus innumerables problemas, son una belleza, un magnífico legado de historia y una propuesta de futuro que con el trabajo de todos se construye cada día.
En esta época, nuestra guerra es sacar a México adelante; trabajar con nuestras manos (flechas) y mente (escudos) dando todo el esfuerzo, éste es nuestro mandato como mexicanos.