Curiosity
Hace unos días participé en el 43° Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Siempre es motivante asistir a este tipo de foros, incluso a conferencias que aparentemente nos resultan ajenas.
Por ejemplo, en una plática sobre la exploración que la NASA realiza actualmente en Marte y en otra, sobre los beneficios de la investigación básica abierta (conocida internacionalmente como Blue skies research), encontré ideas interesantes que quiero compartir en este espacio. Son lecciones que nos invitan a desafiar lo común.
De hecho, mientras me encontraba en Davos, a través de mi cuenta en Twitter publiqué un emocionante video que nos presentaron durante la conferencia “Roving on Mars with Curiosity”, que narra los desafíos técnicos que los ingenieros de la NASA tuvieron que resolver para enviar un vehículo de exploración a la superficie de Marte.
El vehículo Curiosity es un notable ejemplo de investigación y desarrollo, un aparato impulsado por energía nuclear, diseñado para recabar información sobre terreno marciano, con el objetivo de establecer si hay o hubo condiciones para albergar vida en ese planeta.
Probablemente los resultados de esta investigación no sean aplicables en el corto plazo (justo lo que implica el término “blue skies research”), lo más seguro es que el conocimiento sirva de base para que en un futuro llegue la primera exploración tripulada a Marte.
Llegar a ese planeta, hipotéticamente, ampliaría las fronteras de la humanidad pero ¿de qué depende que se sigan ampliando? La respuesta es el conocimiento.
Un entorno totalmente ajeno, por más interpretaciones científicas que tenga, siempre constituye un reto. A ello hay que sumar el poco control de la misión que se tiene en tiempo real –una señal con instrucciones de la Tierra a Marte tarda en ir y regresar por lo menos 14 minutos – y a todo ello hay que sumar el riesgo de fracaso por el escaso margen de error.
Lo mismo sucede en diversos ámbitos, por ejemplo en los negocios pero también en las políticas públicas. Muchas veces nos enfrentamos a escenarios de gran incertidumbre y poco control.
El conocimiento en las sociedades tiene una importancia estratégica: su base, la educación, es crucial para impulsar el desarrollo y la prosperidad. La inversión en investigaciones en ciencia básica trae beneficios que elevan nuestra calidad de vida en el futuro.
Algunos ejemplos de los frutos de este tipo de investigación son: el láser, inventado en 1960; la fibra óptica, desarrollada en la década de 1970; y finalmente, los transistores y los circuitos integrados.
Sin estos tres descubrimientos hoy sería imposible concebir la red global de telecomunicaciones que, por ejemplo, nos permite leer este blog en cualquier rincón del planeta o bien, usar dispositivos que ya son verdaderas computadoras de bolsillo con una capacidad de procesamiento que rebasa lo que el Pentágono tenía hace apenas treinta años.
Vivimos tiempos que demandan soluciones concretas a problemas persistentes. No podremos vivir la promesa del futuro si no trabajamos en el presente. ¿Qué haremos nosotros para expandir el conocimiento y nuestras expectativas de prosperidad?