Bicentenario (4): Educación, la riqueza humana es la más importante
La forma más importante de riqueza es el capital humano: el conocimiento, el esfuerzo, el talento, la inteligencia… esto es lo único que cuenta.
Durante siglos, se ha demostrado que el nivel de desarrollo de las naciones no tiene mucho que ver con sus recursos naturales: Japón, Suecia y Finlandia tienen pocos recursos naturales, pero son países muy desarrollados; mientras que Nigeria tiene mucho petróleo pero su Índice de Desarrollo Humano deja mucho qué desear. La educación es, por definición, la forma de desarrollar el potencial del capital humano.
En nuestro país, hemos fallado en este tema, desde más de un punto de vista. El Bicentenario es un buen momento para reflexionar y buscar la forma de mejorar en este aspecto fundamental.
Llevamos a cabo una lucha por la independencia de todo el pueblo mexicano, pero esto sirve poco si no damos la oportunidad a cada uno de sus ciudadanos de crecer en lo individual.
Para ello es necesario garantizar el acceso a una educación integral y de primera, para todos aquellos que la valoren, y dar otro tipo de oportunidades para aquellos que no busquen una educación formal.
En México, la educación se ha clasificado tradicionalmente en tres niveles: de primera, de segunda y de tercera. Veamos, en el primer estrato está la ciencia, la tecnología, las matemáticas, la química, etc.
En el segundo estrato de esta arbitraria clasificación, encontramos a las humanidades, por ejemplo, la historia, la literatura, y la psicología –la economía y la contabilidad (la carrera que yo estudié en el Tec), por alguna curiosa razón se encuentran en algún lugar entre el primer y el segundo estrato.
Por último, en la tercera clase, la que tradicionalmente se desprecia, están las artes: la música, la danza, la pintura y la escultura, entre muchas otras.
Tenemos que reflexionar si debemos priorizar de esta forma, o si en cambio debemos impulsar más las artes y las humanidades; claro sin descuidar las ciencias, mientras formamos seres humanos en equilibrio.
Hoy, el mundo se abre a posibilidades infinitas y el aprendizaje debe de ser un proceso continuo. Por ello, la educación debe ser integral: contener desde artes, filosofía y literatura, hasta matemáticas, las ciencias, historia, etc.
No hay mejor receta para el éxito que hacer lo que mas nos gusta y una función básica de las escuelas debería ser precisamente abrir los horizontes de sus alumnos para ayudarlos a encontrar su Elemento, que es el balance entre lo que más nos gusta hacer y aquello para lo que somos buenos, lo que tradicionalmente se conoce como Vocación.
Una vez que encuentras tu Elemento, no necesitas preocuparte por el dinero, ya que éste llegará por añadidura, cuando haces justo lo que te fascina hacer –y si no llega, no importa porque estás haciendo lo que a ti te gusta.
Quienes sólo persiguen el dinero, están condenados a ser muy infelices. Lo único que te da una verdadera felicidad es el logro y la satisfacción de hacer bien las cosas que te gustan. La educación debe ayudarnos a lograr este objetivo.
A doscientos años de la independencia, debemos buscar que nuestra libertad nos lleve a ser mejores seres humanos, y que a lo largo y ancho del país podamos formar cientos de miles de excelentes mexicanos que iluminen nuestro futuro, sólo así México alcanzará una enorme riqueza: nuestro país merece un mejor modelo educativo.