La música derriba muros
La música posee una cualidad transformadora muy poderosa: después de seis años de
impulsar a las Orquestas Esperanza
Azteca, hemos sido testigos del cambio en la vida de miles de niños y jóvenes
que han formado parte de este programa.
Aquí buscamos formar mejores seres humanos, inculcando valores como la disciplina,
el esfuerzo, el trabajo en equipo y la búsqueda incansable de la excelencia.
El pasado 23 de septiembre pude apreciar nuevamente los grandes alcances de esta
iniciativa, durante el concierto en el que nuestra orquesta de Los Ángeles ofreció
un homenaje al maestro Plácido Domingo, quien dirigió a los chicos de manera excepcional
–y generosamente nos ofreció su interpretación de algunas canciones, una experiencia
inigualable si consideramos que se trata del mejor tenor del mundo.
Cuando tuve oportunidad de estar en el escenario me contagié de un espíritu muy
especial que irradian estos jóvenes: el de la armonía, la unidad, el orgullo y el
trabajo en equipo, más allá de diferencias de raza, condición socioeconómica, lengua
materna o religión.
Para lograr la transformación de nuestra sociedad, no sólo en México sino en todo
el mundo, necesitamos unirnos y trabajar en conjunto y eso es lo que hacen los chicos
al ejecutar juntos con precisión cada una de las notas. Ellos no piensan en sus
diferencias, se concentran en cómo hacer las cosas en armonía, porque saben que
el resultado será excepcional.
De este modo, cuando aprendamos a trabajar juntos para crear algo de gran calidad,
podremos alcanzar un mundo mejor. De ello estoy convencido y por eso pienso que
invertir en iniciativas como ésta es apostar a nuestro futuro
común, algo realmente invaluable.
Uno podría pensar que estamos aquí para formar grandes músicos, pero ese no es el
punto –aunque estoy convencido de que eso también ocurrirá–. El objetivo es formar
grandes ciudadanos y generar comunidades fuertes, orgullosas y prósperas.
En estos tiempos complicados, cuando hay voces que piden levantar muros y dividirnos,
nosotros proponemos más orquestas. Su efecto transformador se multiplica al beneficiar
no sólo a los niños que las integran, sino también a sus familias y a las comunidades
donde viven.
Como nos recordó el maestro Plácido domingo, “la música une a la gente y la
hace feliz”. La música elimina nuestras diferencias y nos hace mejores ciudadanos;
la música construye puentes y derriba muros y fronteras.
El Alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, expresó su apoyo a las Orquestas Esperanza
Azteca por su trabajo a favor del desarrollo de niños y jóvenes.