Apoyemos la Reforma Migratoria
Hace unas semanas tuve el privilegio de dar una conferencia sobre cambio cultural ante la décimo segunda Convención Nacional de la American Chamber, México. En esa ocasión comenté a los principales directivos de las empresas de Estados Unidos con operaciones en México, que nuestros países tendrán para siempre una proximidad geográfica. Es nuestra responsabilidad aprovechar esta cercanía para ventaja de los más de 460 millones de personas que habitan la región de Norteamérica —94% de esta población corresponde a México y EE.UU. También es deseable expandir esta prosperidad hacia el sur del continente.
Hoy podemos decir que México y los Estados Unidos somos mucho más que simples vecinos, somos socios y el progreso de un país abona al bienestar del otro. Consideremos por ejemplo estos tres datos que encontré en un estudio reciente del Centro Woodrow Wilson: (1) México es el segundo destino más importante para las exportaciones de los Estados Unidos; (2) nuestro comercio bilateral suma más de US$400,000 millones en bienes y servicios y (3) seis millones de empleos en EE.UU. dependen del comercio con México.
Sin embargo, muchos políticos xenófobos aún no captan la idea: perseveremos, ellos se irán y vendrán otros pero México y EE.UU. seguirán estrechando sus lazos de amistad y de comercio, porque a todos nos conviene una región próspera.
Hoy está sobre la mesa un tema que sólo le corresponde a los Estados Unidos resolver, pero que afectará nuestra relación en décadas por venir: la Reforma Migratoria.
En distintas ocasiones he comentado sobre el tema en este espacio, pero el pasado martes 11 de junio, el Senado de los Estados Unidos votó una resolución para iniciar formalmente las discusiones respecto a una posible reforma en este tema y el presidente Barack Obama ofreció su apoyo a esta decisión del Senado —junto con la reforma al sistema de salud, esta iniciativa se sumaría al legado de su presidencia.
La importancia de una Reforma Migratoria
En una economía globalizada, el capital, los bienes y servicios transitan libremente entre las fronteras: es absurdo que el capital humano, la más valiosa de todas las formas de riqueza, no lo pueda hacer.
Los inmigrantes impulsan la economía de EE.UU. Simplemente consideremos estos datos: (1) la probabilidad de que un inmigrante inicie un negocio es casi el doble de que lo haga alguien nacido en EE.UU.; (2) las compañías fundadas por inmigrantes crearon cerca de 450 mil empleos en menos de una década, con un estimado de US$52 millardos en ventas sólo en 2005; (3) un estudio realizado en 2010 por el Banco de la Reserva Federal de San Francisco, encontró que las áreas con mayor cantidad de inmigrantes son las que reportan los sueldos más altos para trabajadores nativos —esto se debe a la posibilidad de alcanzar una mayor especialización y productividad al cubrirse tareas básicas por parte de los inmigrados: de 1990 a 2007, la inmigración se asoció con un incremento de cerca de US$5,100 en el ingreso promedio anual de los trabajadores-; (4) otro estudio confirma que los inmigrantes, legales e ilegales, pagaron más de US$162 millardos en impuestos federales, estatales y locales en 1997; finalmente, (5) el Consejo Nacional para la Investigación encontró que los inmigrantes pagan cerca de US$1,800 más en impuestos de los servicios públicos que reciben a cambio.
Lo cierto es que la economía de EE.UU. necesita mano de obra poco especializada a fin de substituir a una población que envejece y logra nuevos estándares educativos. En 2012, la edad promedio de los trabajadores norteamericanos fue la más alta de la historia (41.6 años), y el porcentaje de trabajadores norteamericanos sin un certificado de preparatoria ha bajado a menos del 10% de la población —desde un 50% o más en los 60’s-. Por supuesto que el país también requiere mano de obra calificada y emprendedores que tengan la facilidad de instalarse y ofrecer bienes y servicios en términos competitivos.
Apoyemos esta reforma
Por estas razones y muchas otras más, la reforma migratoria es fundamental y cuenta con todo mi apoyo y el del grupo de empresas que dirijo: Grupo Salinas y Azteca America, a través de Fundación Azteca America, han desarrollado una campaña de información para promover una reforma migratoria integral. Hemos organizado y co-organizado eventos con expertos en temas migratorios en Arizona, Florida, Houston, Los Ángeles, Chicago y Nueva York —de hecho, tengo el honor de afirmar que algunos de estos eventos fueron co-organizados por mi amigo Michael Bloomberg.
También publicamos un estudio sobre el impacto económico positivo de los migrantes –que realizamos junto con McKinsey– y transmitimos una intensa campaña televisiva de apoyo a la comunidad, a través de Azteca America y Fundación Azteca America.
Millones de personas de origen mexicano viven al norte del Río Bravo –de hecho, precisamente bajo esta premisa lanzamos Azteca America hace doce años-. Entre todos los grandes temas en la relación bilateral, la migración es fundamental porque toca la vida de muchos seres humanos: 12 millones de indocumentados del lado norte y más de 20 millones de familiares de estos inmigrantes del lado sur.
Finalmente los políticos se han puesto de acuerdo para discutir esta reforma y eso debemos celebrarlo, sin embargo, aún con el apoyo de republicanos clave, algunos miembros de este partido han expresado su voluntad de combatirla.
La migración es un tema controversial, pero creo que nadie podría argumentar con seriedad que debemos prohibirla, al contrario, muchas veces es un motor de desarrollo para el país receptor y en este sentido México también debe reflexionar acerca de su política migratoria. Hoy tenemos una oportunidad histórica de lograr un cambio: debemos impulsarlo.